Foto J. Arellano

En  el «Diario de Sevilla», se podía leer el lunes 19 de enero de 2009 lo siguiente:

El pasado sábado falleció a los 87 años el catedrático emérito de la Universidad de Sevilla Jesús Arellano Catalán. El profesor Arellano murió en la clínica Virgen de Fátima y fue enterrado ayer en el cementerio de San Fernando. Arellano fue fundador de la Facultad de Filosofía de la Hispalense, de la que fue el primer decano y en la que estuvo dando clases hasta hace tres años.

Nació en Corella (Navarra) el 24 de diciembre de 1921 y llegó a Sevilla en el año 1946, siendo uno de los siete catedráticos de Filosofía que había en España por entonces. Numerario del Opus Dei, su cátedra era la de fundamentos de la filosofía y luego se especializó en la antropología filosófica. Sus discípulos le recuerdan como un profesor muy abierto y muy libre, que ha formado a personas de todas las religiones y de todos los partidos políticos.

Antes de fundar la Facultad de Filosofía, creó una sección de literatura en la sede de la Escuela de Estudios Panamericanos. Por ahí pasaron poetas de la talla de Antonio Gala y de Aquilino Duque. Su obra poética se publicó en el año 1994 en una antología titulada Poemas del hombre y de la tierra, que reunía versos escritos a lo largo de toda su vida.

Arellano ha formado a todas las generaciones de filósofos salidos de la Universidad de Sevilla. Uno de sus discípulos, el catedrático de Filosofía José Villalobos, explica que se caracterizaba por la claridad en sus clases, por la precisión en el lenguaje y por el trato siempre cercano. «En los años sesenta no era habitual que un catedrático charlara con los alumnos y se reuniera con ellos».

Jesús Arellano se jubiló a los 65 años por imperativo legal pero luego pudo seguir impartiendo clases como catedrático emérito. Deja una serie de libros inéditos, algunos de los cuales se encuentran en poder de sus discípulos.

En el nº 9 (1992) de la revista «Thémata» (Universidad de Sevilla), puede encontrarse un resumen del currículum de Arellano hasta 1991. A su amigo Jesús Arellano Catalán dedicó Millán-Puelles un trabajo, La fe como condición de la posibilidad del asombro, en el nº 10 de esa misma revista (1992, págs. 561-570).

Entre Millán-Puelles y Arellano hubo una íntima relación durante muchos años, iniciada en los tiempos universitarios de Madrid y continuada después. Sirven para hacerse una idea de esta amistad algunos textos aparecidos en el volumen Semilla de Verdad. Vida y obra de Jesús Arellano, editado por la Fundación de Cultura Andaluza en Sevilla en 2012, libro coordinado por J. Mª Prieto, F. Fernández y J. Arana.

1. Es esencial el artículo de José Antonio Millán, hijo de Millán-Puelles, titulado precisamente Jesús Arellano y Antonio Millán-Puelles. Algunos recuerdos de familia (págs. 100-106). Permítaseme seleccionar algunas de las observaciones entre las que J. A. Millán rememora.

a) Arellano coincidió con Mª Josefa Alba, futura esposa de AMP, en la Universidad de Zaragoza. En aquellos tiempos iniciales de la posguerra española, los estudios de Filosofía y Letras se estructuraban en dos ciclos, uno de materias comunes y otro de especialidad. Mª Josefa Alba (1920-2010) fue desde Aranda de Duero (Burgos) a la Universidad más próxima; Arellano, desde Corella (Navarra). Una vez terminados los Comunes, Arellano marchó a Madrid y Mª Josefa permaneció en Zaragoza para terminar su licenciatura en Historia. Al cabo de los años, cuando Millán-Puelles preparaba oposiciones a la Universidad, conoció a Mª Josefa.

b) En la Universidad Central de Madrid coincidieron Millán-Puelles y Arellano. J. A. Millán relata que ambos lograron Matrícula de Honor en todas las asignaturas de la carrera y ambos obtuvieron Premio Extraordinario de Licenciatura. Muchas veces estudiaban juntos.

c) Gracias a Arellano, Millán-Puelles conoció el Opus Dei y a su fundador. No se olvide, a este respecto, una drástica y clarísima declaración de AMP, a la que debería dársele el valor que representa (superior, patentemente, al que pudieran tener las Investigaciones lógicas de Husserl o la obra de S. Tomás de Aquino):

Con la sola excepción de los Evangelios, ha sido Camino el libro que más decisivamente ha influido en mi vida. A. Millán-Puelles, El humanismo cristiano de «Camino», en J. Morales (coord.) (1988). Estudios sobre «Camino», Madrid: Rialp, pág. 241.

d) La amistad entre ambos queda estupendamente caracterizada con estas palabras de J. A. Millán:

Hay una singular belleza, no siempre fácil de percibir, en la amistad entre dos personas, muy diferentes entre sí, cuando ésta está además iluminada por la luz de profundas vivencias religiosas que, aún cuando no se comuniquen, pues pertenecen a la esfera de lo que ocurre entre el alma y Dios, dota a esa amistad de una perfección, una pureza y una claridad singulares.

Jesús y mi padre fueron amigos, muy amigos, así. Cada uno tenía su temperamento -quizás más expresivo en mi padre y más brusco en Jesús, pero en ambos igual de jugoso- y sus ideas propias; su amistad no les quitó ni un ápice de independencia ni de libertad personal; había cosas en las que coincidían y en las que discrepaban fuertemente, pues, como en una ocasión y en presencia de ambos le oí decir a un discípulo de los dos, «no se casaban con nadie»; es decir, no renunciaban en absoluto a lo que cada uno era y buscaba. Su amistad se mantuvo hasta el final, viviendo, como viven los amigos, es decir, contándose y haciéndose partícipes, con la delicadeza y la discreción que la misma amistad planta como terreno propio, sus cosas, pequeñas y grandes, alegrías, sinsabores, ilusiones…

2. Entre las aportaciones de otros autores a Semilla de Verdad hay dos en las que se alude a Millán-Puelles. Las transcribo:

Don Jesús Arellano sabía que a mí su asignatura de Sistemas Filosóficos, explicada por el manual del gaditano Millán Puelles, me importaba poco. A. Burgos, La Sevilla de Jesús Arellano, en la obra citada, pág. 169.

Otra anécdota:

En la Librería Neblí de Madrid pronunció [J. Arellano hacia 1960] una conferencia, de larga duración titulada La mano. Asistió mucho público, en especial profesores de filosofía, que sorprendido seguía las variaciones de interpretación de un tema aparentemente inocuo del que sin embargo salían múltiples y ascendentes cuestiones. Recuerdo la reacción de Antonio Millán Puelles al final de la disertación, diciéndole –en el tono amable y confiado de su íntima amistad- que él no sería capaz de hablar de esa manera tanto tiempo sobre un tema de esa naturaleza. J. Mª Prieto, Sobre la filosofía escrita y no escrita de Jesús Arellano, en pág. 378 del volumen de referencia.

NOTA FINAL.- El autor de este Blog debe a la generosidad de Fernando Fernández el acceso a Semilla de Verdad. Vida y obra de Jesús Arellano. Y a la amabilidad de J. A. Millán la autorización para ofrecer aquí acceso completo a su texto.